El chancho Pancho
Había en la granja un chancho,
por todos llamado Pancho,
era alegre, bonachón;
¡todo el día de bufón!
Mas tenía un gran defecto
ya saben, nadie es perfecto;
se daba gusto en la cena
comiendo comida ajena.
Para Pancho malandrín,
siempre en busca de festín,
no había mejor bocado
que el alimento robado.
Decía a la codorniz,
devorando su maíz:
“ya sé que tú eres la dueña;
lo siento mucho, pequeña”.
Engullía las verduras
con delirio, con locura
y robaba a doña vaca
sus raciones de espinaca.
Hasta el gallo y la gallina,
caballero y dama fina,
debían darse atracón
para evitar al glotón.
Patos, pavos y conejos
lucían hueso y pellejo;
no tenían pan ni paz
por este puerco voraz.
Hasta que un día, temprano
enfrentaron al marrano,
armaron revolución
para gritarle al glotón:
“¡Sigue engullendo, porcino!
muy pronto serás tocino,
la verdad sea bien dicha:
¡rica será tu salchicha!
Procura inventar más tretas
y engordarás tus chuletas,
¡no te detengas, bribón!
y serás buen chicharrón.
Traga por cien y por mil,
todos querrán tu pernil,
¡ya verás lo que te toca,
una manzana en la boca!
¿Y ahora quién grita y chilla?
¿Ya no quieres ser morcilla?
No hay más vuelta, no hay consuelo;
tendrá dueño tus brazuelo”.
“¡No! ¡no! ¡no! Grita el cochino,
no quiero ser lomo fino;
ni chuleta ni jamón;
¿será que tienen razón?”
Piensa, piensa, piensa el cerdo
y dice:” hagamos recuerdo,
pues creo que han olvidado,
que existe el pollo estofado.
¡Ay, pato! Escúcheme usté,
¿sabe lo que es el paté?
y acaso nadie imagina
que hay un caldo de gallina?
Que para el año de estreno,
se sirve el pavo relleno;
a ver conejo, vaquilla;
¿se acuerdan de la parrilla?
Y no estén tan preocupados
de que acabe rostizado,
pues sé que si llega el día;
tendré buena compañía.
Y como estamos iguales,
tenemos los mismos males
no queda más que aguantar
mi apetito singular”.
“¡Qué cerdo tan descarado!
-Se quejó el gallo indignado,
¡qué raza! ¡qué desparpajo!
¡agárrenme, que lo rajo!”
“¡Basta ya!”, -dice don pato-,
“no aceptaremos maltratos,
ni peleas, ni violencia;
necesitamos prudencia.
A ver razone, don Pancho:
viéndolo rollizo y ancho
y a nosotros tan flacuchos;
¿quién será buen anticucho?”
Piensa, piensa, piensa el cerdo
y dice “hagamos acuerdo,
no hay duda, me convencí
no quiero olla para mí.
Para evitar el bochorno
de estar prontito en el horno
prometo por su amistad
¡comer solo la mitad!”
Continúa...