lunes, 9 de julio de 2012

Cuentos en verso


El primer contacto de los niños con la literatura se da a través de las canciones, rimas, retahílas y  adivinanzas que escuchan en sus primeros años. Las palabras agrupadas con cadencia y musicalidad poseen magia y generan un efecto instantáneo que los incita a repetir, imitar, cambiar los sonidos y jugar con ellos, pues este género está muy ligado a la oralidad.

 Los cuentos en verso para niños, también llamados historias rimadas, mantienen las características de las primeras lecturas y por ello, pueden convertirse en los mejores aliados para formar pequeños lectores.  Estos cuentos rimados están generalmente vinculados al humor  y al disparate.   El misterio del sonido de las palabras combinadas con ritmo  casi forman un canto que seduce al que habla y al que escucha.
 
Para jugar con las palabras no hace falta pedir permiso, cargar pesados instrumentos ni  acomodar el lugar,;no importa si hay o no electricidad,;si el espacio es pequeño o grande; si son dos jugadores o cien;  simplemente hace falta imaginación y la materia prima más importante: las palabras.

Líos en la granja


     El chancho Pancho



Había en la granja un chancho,

por todos llamado Pancho,

era alegre, bonachón;

¡todo el día de bufón!



Mas tenía un gran defecto

ya saben, nadie es perfecto;

se daba gusto en la cena

comiendo comida ajena.



Para Pancho malandrín,

siempre en busca de festín,

no había mejor bocado

que el alimento robado.


Decía a la codorniz,

devorando su maíz:

“ya sé que tú eres la dueña;

lo siento mucho, pequeña”.

Engullía las verduras

con delirio, con locura

y robaba a doña vaca

sus raciones de espinaca.

Hasta el gallo y la gallina,

caballero y dama fina,

debían darse atracón

para evitar al glotón.



Patos, pavos y conejos

lucían hueso y pellejo;

no tenían pan ni paz

por este puerco voraz.



Hasta que un día, temprano

enfrentaron al marrano,

armaron revolución

para gritarle al glotón:



“¡Sigue engullendo, porcino!

muy pronto serás tocino,

la verdad sea bien dicha:

¡rica será tu salchicha!

Procura inventar más tretas

y engordarás tus chuletas,

¡no te detengas, bribón!

y serás buen chicharrón.

Traga por cien y por mil,

todos querrán tu pernil,

¡ya verás lo que te toca,

una manzana en la boca!



¿Y  ahora quién grita y chilla?

¿Ya no quieres ser morcilla?

No hay más vuelta, no hay consuelo;

tendrá dueño tus brazuelo”.


“¡No! ¡no! ¡no! Grita el cochino,

no quiero ser lomo fino;

ni chuleta ni jamón;

¿será que tienen razón?”


Piensa, piensa, piensa el cerdo

y dice:” hagamos recuerdo,

pues creo que han olvidado,

que existe el pollo estofado.

¡Ay, pato! Escúcheme usté,

¿sabe lo que es el paté?

y acaso nadie imagina

que hay un caldo de gallina?

Que para el año de estreno,

se sirve el pavo relleno;

a ver conejo, vaquilla;

¿se acuerdan de la parrilla?

Y no estén tan preocupados

de que acabe rostizado,

pues sé que si llega el día;

tendré buena compañía.

Y como estamos iguales,

tenemos los mismos males

no queda más que aguantar

mi apetito singular”.

“¡Qué cerdo tan descarado!

-Se quejó el gallo indignado,

¡qué raza! ¡qué desparpajo!

¡agárrenme, que lo rajo!”

“¡Basta ya!”, -dice don pato-,

“no aceptaremos maltratos,

ni peleas, ni violencia;

necesitamos prudencia.

A ver razone, don Pancho:

viéndolo rollizo y ancho

y a nosotros tan flacuchos;

¿quién será buen anticucho?”

Piensa, piensa, piensa  el cerdo

y dice “hagamos acuerdo,

no hay duda, me convencí

no quiero olla para mí.

Para evitar el bochorno

de estar prontito en el horno

prometo por su amistad

¡comer solo la mitad!”

 

 

 

 


 Continúa...