Leyenda
de Manco Cápac y Mama Ocllo
Versión
en verso.
Vicky Canales
Hace
muchos, muchos años;
cuentan
que ocurrió una vez
varios
sucesos extraños
en
menos de un dos por tres.
El
dios Sol, en las alturas,
sentía
tremendo enojo,
al
ver a sus criaturas
del
disgusto estaba rojo.
“¡Qué
desorden! ¡Qué barullo!
¿Es
que no saben vivir?
Pondré
fin a este chanchullo,
algo
se me va a ocurrir…
No
puede ser que de frío
tengan
helados los pies,
solo
pescan mil resfríos
una
y una y otra vez.
Y
con tanto qué comer,
pasan
apuros y hambruna;
no
existe hombre ni mujer
que
dé solución alguna.
Cada
quien va por su lado,
corriendo
sin ton ni son
solo
cambiará ese estado
si
existe organización”.
Llamó
a su hijo predilecto:
“Manco
Cápac, ven aquí,
escucha,
este plan perfecto
está
hecho para ti.
Mama
Ocllo irá contigo,
van
a formar un hogar
de
acuerdo a lo que les digo
han
de escoger el lugar.
Miren,
¿ven esta varilla?
No
es cualquiera, es especial;
Vean
cómo el oro brilla
¡No
existe ninguna igual!
Saldrán
de un hermoso lago
que
por ser bello destaca,
es
digno de todo halago
y se
llama Titicaca.
A
donde quiera que estén,
lancen
la mágica vara,
una
vez, dos, cuatro, cien;
hasta
ver dónde se para.
Escuchen
bien: esto es serio
ahí
ha de ser el lugar
donde
surgirá el imperio
que
ustedes han de fundar”.
Así
cumplieron los dos
mas,
para su desconsuelo,
esa
varita era atroz:
¡no
se clavaba en el suelo!
Apenas
Manco lanzaba
hacía
efecto rebote,
en
cogerla se apuraba
Mama
Ocllo a puro trote.
Así
fueron por el mundo
corriendo
de arriba abajo
sentían
dolor profundo
por
no cumplir su trabajo.
De
pronto un hermoso día
vieron
un extenso valle,
pidieron
con alegría:
“!Que
la varita no falle!”
En
efecto, era el lugar
todo
belleza y montaña
Cuzco,
lo hicieron llamar
y
allí empezaron su hazaña.
Subieron
a un alto cerro,
Huanacauri,
se llamaba
Manco
dijo: “Aquí la entierro”
¡La
vara al fin se clavaba!
Pronto
no la vieron más
quedó
la varita hundida;
sin
volver la vista atrás
empezaron nueva vida.
Dijo
Manco a su mujer:
“aquí
será nuestra casa,
¡basta
ya de padecer!
viene
el bien; lo malo, pasa.
Pues
aquí nuestro buen padre,
quiere
que hagamos morada,
esta
tierra será madre
por
nosotros cultivada”.
Salieron
muy tempranito
para
empezar su labor,
antes
planearon circuito
y
así lo hicieron mejor:
Manco
Cápac fue hacia el norte
para
propagar el bien,
Mama
Ocllo, su consorte,
al
sur enrumbó también.
A
todo aquel que encontraban
le
contaban de su Dios
nueva
vida les mostraban,
¡No
se cansaban los dos!
Al
verlos, todo el gentío,
con
los ojos como platos,
¡tanto
oro! ¡tanto brío!
Los
dejaba turulatos.
Así,
los hijos del Sol
recibieron
reverencias,
con
todo bajo control,
resolvieron
sus carencias.
Mama
Ocllo dio la orden
de
repartir alimentos,
se acabó todo el desorden,
hubo risas,
no lamentos.
Mandó
Manco, por su lado,
a
construir la ciudad
y
fundaron un estado
modelo
de sociedad.
Así
comenzó la historia,
pasó
el tiempo largo y lento,
llegó
el imperio a la gloria
¡Y
el dios Sol quedó contento!