martes, 2 de octubre de 2012

Leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo en verso


Leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo

Versión en verso.

                                                                      Vicky Canales

 

Hace muchos, muchos años;

cuentan que  ocurrió una vez

varios sucesos extraños

en menos de un dos por tres.
 

El dios Sol, en las alturas,

sentía tremendo enojo,

al ver a sus criaturas

del disgusto estaba rojo.
 

“¡Qué desorden! ¡Qué barullo!

¿Es que no saben vivir?

Pondré fin a este chanchullo,

algo se me va a ocurrir…

 
No puede ser que de frío

tengan helados los pies,

solo pescan mil resfríos

una y una y otra vez.
 

Y con tanto qué comer,

pasan apuros y hambruna;

no existe hombre ni mujer

que dé solución alguna.

 
Cada quien va por su lado,

corriendo sin ton ni son

solo cambiará ese estado

si existe organización”.


Llamó a su hijo predilecto:

“Manco Cápac, ven aquí,

escucha, este plan perfecto

está hecho para ti.

 
Mama Ocllo irá contigo,

van a formar un hogar

de acuerdo a lo que les digo

han de escoger el lugar.
 

Miren, ¿ven esta varilla?

No es cualquiera, es especial;

Vean cómo el oro brilla

¡No existe ninguna igual!


Saldrán de un hermoso lago

que por ser bello destaca,

es digno de todo halago

y se llama Titicaca.


A donde quiera que estén,

lancen la mágica vara,

una vez, dos, cuatro, cien;

hasta ver dónde se para.


Escuchen bien: esto es serio

ahí ha de ser el lugar

donde surgirá el imperio

que ustedes han de fundar”.

 
Así cumplieron los dos

mas, para su desconsuelo,

esa varita era atroz:

¡no se clavaba en el suelo!



Apenas Manco lanzaba

hacía efecto rebote,

en cogerla se apuraba

Mama Ocllo a puro trote.


Así fueron por el mundo

corriendo de arriba abajo

sentían dolor profundo

por no cumplir su trabajo.



De pronto un hermoso día

vieron un extenso valle,

pidieron con alegría:

“!Que la varita no falle!”
 

En efecto, era el lugar

todo belleza y montaña

Cuzco, lo hicieron llamar

y allí empezaron su hazaña.
 

Subieron a un alto cerro,

Huanacauri, se llamaba

Manco dijo: “Aquí la entierro”

¡La vara al fin se clavaba!


Pronto no la vieron más

quedó la varita hundida;

sin volver la vista atrás

 empezaron nueva vida.


Dijo Manco a su mujer:

“aquí será nuestra casa,

¡basta ya de padecer!

viene el bien; lo malo, pasa.
 

Pues aquí nuestro buen padre,

quiere que hagamos morada,

esta tierra será madre

por nosotros cultivada”.


Salieron muy tempranito

para empezar su labor,

antes planearon circuito

y así lo hicieron mejor:


Manco Cápac fue hacia el norte

para propagar el bien,

Mama Ocllo, su consorte,

al sur enrumbó también.


A todo aquel que encontraban

le contaban de su Dios

nueva vida les mostraban,

¡No se cansaban los dos!


Al verlos, todo el gentío,

con los ojos como platos,

¡tanto oro! ¡tanto brío!

Los dejaba  turulatos.
 

Así, los hijos del Sol

recibieron reverencias,

con todo bajo control,

resolvieron sus carencias.

 
Mama Ocllo dio la orden

de repartir alimentos,

se  acabó todo el desorden,

hubo  risas,  no lamentos.

 
Mandó Manco, por su lado,

a construir la ciudad

y fundaron un estado

modelo de sociedad.


Así comenzó la historia,

pasó el tiempo largo y lento,

llegó el imperio a la gloria

¡Y el dios Sol quedó contento!

 

jueves, 27 de septiembre de 2012


Lo que dijo  Cuellilinda

 

¡Qué  vergüenza, qué jaleo!

Que vino este gallo feo

bullanguero, pata chueca,

Como  gallina culeca;

Nos asustó   con su grito,

jurándose  el muy machito.

¡Quien   jamás ha visto  eso!

¡Burlarse de mi pescuezo!

Quiso tratarnos muy mal

Y dominar el corral.

No imaginó  el mamarracho

Que iría directo al tacho.

No sabía el bravucón

Que no tendría perdón.

Quiso mandar a su antojo

Y nos dejo un huevo rojo

Puesto por terrible susto

Y nos dejo muy a gusto.

 

 

 

 

 

 

Lo que dijo Anochecida

 

Tanto esperar un buen gallo

Casi, casi me desmayo

Parecía guapetón

Y era un gallo bravucón.

¡Qué  insolencia!, ¡qué  osadía!

Aparecerse un mal día

Con aires de dictador

Y despreciar  mi color.

Me miró de arriba a abajo

Como si fuera estropajo.

Yo que soy una lindura

¡La mejor gallina oscura!

Encima este gallo feo,

Nos privó  del cacareo,

Quiso mantenernos presas

Y dominar tres bellezas.

No se imaginaba el chico

Que también tenemos pico.

Que las gallinas unidas

No podemos ser vencidas.

Quiso ser el mandamás

Y ahora ¿dónde  andarás?

 

Lo que dijo Plumarroja:

 

Gallito de pacotilla

Que en lugar de cantar, chilla.

Crestachica, lengualarga

¡Vino a hacer la vida amarga!

Ese gallo tal por cual

Fue contra lo natural

¿Donde se ha visto ni oído

De algún patito estreñido?

¡Y que a nadie quepa duda,

No existe gallina muda!

 ¿Cómo se le ocurre al bicho

Obligarnos por capricho

A guardar el día entero

Nuestro huevo mañanero?

¡Qué agonía! ¡Qué tortura

fue soportar la censura!

¡Atreverse el gallo loco

a prohibir un cocoroco!

Me llamó incendio con patas

Y al final, el papanatas

Salió volando y maltrecho

¡Al viento se fue derecho!

 

 

 

 

martes, 18 de septiembre de 2012

El patito feo en verso


El patito feo

 

Era un día de verano,

una mañana, temprano;

doña Pata, al ver su nido,

soltó tremendo graznido:

 

“!Cuac!, ¡cuac!, ¡cuac! ¿Qué pasó aquí?

¿Será cierto lo que vi?

Este bebé grandulón

no parece del montón”.

 

“No es redondo ni amarillo…

¡Qué rareza de chiquillo!

¿y ese color gris oscuro?

¡No salió a papá, seguro!”

 

“Mas no importa, ¡qué más da!

por algo soy su mamá,

tal vez ese porte extraño

se le va con un buen baño”.

 

 

 

 

 

El patito era, en efecto,

de todo menos perfecto:

puro cuello, flacuchento;

pero vivía contento.

 

Nadaba alegre y tranquilo

con un elegante estilo

y rompía  cualquier  marca,

¡era el campeón de la charca!

 

Los hermanos envidiosos

haciéndose los  graciosos

lo botaban del corral

llamándolo “tal por cual”.

 

Un día, al dar un paseo,

todos le gritaron “!feo!,

¡vete ya, pato de alambre!

¡Eres más atroz que el hambre!

 

Le llovieron pellizcones,

picotazos , empujones;

el pobre quedó maltrecho

y sin plumas en el pecho.

 

Corrió, corrió como un rayo

casi al borde del desmayo,

al fin llegó a un gran pantano

y pudo dormir temprano.

 

Cuando vino la mañana,

salió de muy buena gana,

mas otro pato salvaje

lo maltrató  con coraje.

 

Lo peor, era ese día

de importante cacería,

escondido en un  arbusto,

pasaba susto tras susto.

 

Tuvo que huir otra vez,

a lo que daban sus pies,

al fin vio un bosque escondido

donde descansó rendido.

 

Allí pasó crudo invierno

que se le volvía eterno,

pero un día amaneció…

¡qué cosas hermosas vio!

 

Era el mundo de color

y en los manzanos en flor

se oían gentiles trinos

de sus pequeños vecinos.

 

Y en el arroyo ¡Oh, sorpresa!

nadaban con gran destreza

tres cisnes grandes y bellos

luciendo elegantes cuellos.

 

Se acercó el patito feo,

pidiendo un solo deseo:

“que quieran jugar conmigo,

¿alguien querrá ser mi amigo?”

 

Con la mirada hacia abajo,

se acercó con gran trabajo

y en el agua, como espejo,

pudo mirar su reflejo.

 

“¿Será verdad? ¿Esto es cierto?”

quedó con el pico abierto,

asombrado y turulato

al no verse como un pato.

 

Era un cisne blanco y bello

de largo y hermoso cuello,

quedaba atrás todo el mal

y las burlas del corral.

 

Voces de cisnes cantaban,

con caricias, lo aclamaban

y hasta oyó con alborozo

que lo llamaban “hermoso”.

 

No era más un pato extraño,

ya nadie le haría daño.

¡No importaba el sufrimiento

si al fin vivía contento!

 

 

 

 

lunes, 9 de julio de 2012

Cuentos en verso


El primer contacto de los niños con la literatura se da a través de las canciones, rimas, retahílas y  adivinanzas que escuchan en sus primeros años. Las palabras agrupadas con cadencia y musicalidad poseen magia y generan un efecto instantáneo que los incita a repetir, imitar, cambiar los sonidos y jugar con ellos, pues este género está muy ligado a la oralidad.

 Los cuentos en verso para niños, también llamados historias rimadas, mantienen las características de las primeras lecturas y por ello, pueden convertirse en los mejores aliados para formar pequeños lectores.  Estos cuentos rimados están generalmente vinculados al humor  y al disparate.   El misterio del sonido de las palabras combinadas con ritmo  casi forman un canto que seduce al que habla y al que escucha.
 
Para jugar con las palabras no hace falta pedir permiso, cargar pesados instrumentos ni  acomodar el lugar,;no importa si hay o no electricidad,;si el espacio es pequeño o grande; si son dos jugadores o cien;  simplemente hace falta imaginación y la materia prima más importante: las palabras.

Líos en la granja


     El chancho Pancho



Había en la granja un chancho,

por todos llamado Pancho,

era alegre, bonachón;

¡todo el día de bufón!



Mas tenía un gran defecto

ya saben, nadie es perfecto;

se daba gusto en la cena

comiendo comida ajena.



Para Pancho malandrín,

siempre en busca de festín,

no había mejor bocado

que el alimento robado.


Decía a la codorniz,

devorando su maíz:

“ya sé que tú eres la dueña;

lo siento mucho, pequeña”.

Engullía las verduras

con delirio, con locura

y robaba a doña vaca

sus raciones de espinaca.

Hasta el gallo y la gallina,

caballero y dama fina,

debían darse atracón

para evitar al glotón.



Patos, pavos y conejos

lucían hueso y pellejo;

no tenían pan ni paz

por este puerco voraz.



Hasta que un día, temprano

enfrentaron al marrano,

armaron revolución

para gritarle al glotón:



“¡Sigue engullendo, porcino!

muy pronto serás tocino,

la verdad sea bien dicha:

¡rica será tu salchicha!

Procura inventar más tretas

y engordarás tus chuletas,

¡no te detengas, bribón!

y serás buen chicharrón.

Traga por cien y por mil,

todos querrán tu pernil,

¡ya verás lo que te toca,

una manzana en la boca!



¿Y  ahora quién grita y chilla?

¿Ya no quieres ser morcilla?

No hay más vuelta, no hay consuelo;

tendrá dueño tus brazuelo”.


“¡No! ¡no! ¡no! Grita el cochino,

no quiero ser lomo fino;

ni chuleta ni jamón;

¿será que tienen razón?”


Piensa, piensa, piensa el cerdo

y dice:” hagamos recuerdo,

pues creo que han olvidado,

que existe el pollo estofado.

¡Ay, pato! Escúcheme usté,

¿sabe lo que es el paté?

y acaso nadie imagina

que hay un caldo de gallina?

Que para el año de estreno,

se sirve el pavo relleno;

a ver conejo, vaquilla;

¿se acuerdan de la parrilla?

Y no estén tan preocupados

de que acabe rostizado,

pues sé que si llega el día;

tendré buena compañía.

Y como estamos iguales,

tenemos los mismos males

no queda más que aguantar

mi apetito singular”.

“¡Qué cerdo tan descarado!

-Se quejó el gallo indignado,

¡qué raza! ¡qué desparpajo!

¡agárrenme, que lo rajo!”

“¡Basta ya!”, -dice don pato-,

“no aceptaremos maltratos,

ni peleas, ni violencia;

necesitamos prudencia.

A ver razone, don Pancho:

viéndolo rollizo y ancho

y a nosotros tan flacuchos;

¿quién será buen anticucho?”

Piensa, piensa, piensa  el cerdo

y dice “hagamos acuerdo,

no hay duda, me convencí

no quiero olla para mí.

Para evitar el bochorno

de estar prontito en el horno

prometo por su amistad

¡comer solo la mitad!”

 

 

 

 


 Continúa...